lunes, 21 de abril de 2014

¿Por qué no más?

Vuelve a brillar el sol tras mi ventana, vaticinio de un cambio de estación más que obvio ya patente desde hacía días. Qué bonito día, qué agradable clima. Qué afable parece todo desde aquí.

La realidad es que se me ha negado gran parte de mí, por mi propia decisión. Al igual que cuando me adentro en el mar, algo me dice que debo volver atrás. Los recuerdos son cicatrices, que a veces cuesta más de lo que se imagina curar. ¿Cómo puedo olvidar mi decepción? Podría olvidarlo si supiese que no lo dí todo, y que fué próspero continuar con aquella tortura esperando un día mejor, esforzándome por cambiar todo aquello que parecía podrido. No, ya no soy así.

Tengo una última oportunidad al alcance de mi mano, y ya está deshecha. pero no rota. Todo lo que tengo que hacer es pedir más de lo que me hace daño para seguir con ésta decisión que no pude elegir. Cuántas cosas cambiaría de poder, cuántas quise cambiar y no pude. Conseguir ésta es decisión mía, pero estoy tan cansado que no sé como voy a terminar. Quiero intentarlo, y con cada intento me recorre la idea de que no merece la pena. Mi futuro no está escrito de éste modo.

¿Olvidaré algún día la ira? Quizás queden en la memoria, dejando atrás a la sombra que soy ahora. Demasiado utópico, diría yo. La única pregunta que me puedo hacer ahora es la de por qué no voy a seguir. Tiene tantas respuestas que la correcta sería el por qué sí, y aún así seguiré adelante en una última quimera de redención. Ésta oscuridad sólo puede irse con sangre, sin importar de quién. Sólo con sangre.


El día que volví.

El día que volví avecinaba tormenta, pero ni siquiera comenzó a gotear. Me encontraba indeciso, ¿racional o irresponsable? Como si nadie lo estuviese. Yo no soy nadie, soy algo más que ha pasado a ser una sombra de lo que pudo ser. Por eso mismo, en mi caso era especial, y mucho más fatídico.

Al lugar al que volví, no tenía nada de terrorifíco, al contrario, irradiaba esperanza y oportunidades si no fuese por lo que se escondía detrás de mi mirada. Como si no me costase contener a mi ahora mejor amigo, le provocan con simplicitudes tan obvias. A veces es cierto que la estupidez es una de las pocas cosas infinitas en este puto universo.

Para colmo de males, incluso el día parecía prometedor. Todo el mundo sonreía y bromeaba con amabilidad, como si fuese el día en el que la verdad pasase a ser una mentira mal sabida. Qué pena que yo no pueda sonreir con el corazón, qué patético que nadie lo perciba. Y tú, ¿por qué me miras así? Te dije que desaparecieses de mi lado, y aún no te vas. ¿No te das cuenta de que mirarte me acuchilla?

No fué un buen día, pero sigo creyendo que mañana será aún peor. Debo destruir mi último pedazo de alma o él me destruirá a mí. No hace falta ser fuerte, solamente insensible. El día que lo consiga no me hará falta volver, porque ya estaré ahí.